lunes, 23 de enero de 2017

Nacer a la lectura y más... Flor Canales Bastidas

" Un libro es un viaje de ida sin retorno"

 

 

Esta serie de entrevistas surgió de la necesidad de satisfacer mi curiosidad sobre los inicios lectores de las personas que voy  encontrándome en mi camino de lecturas.  Algunos son escritores, otros editores, otros narradores orales,  ilustradores, libreros, y la lista continúa. Todos tienen en común que van por la vida leyendo. Presentárselos a ustedes tiene para mí un significado especial, porque me siento feliz de haber llegado a ellos y quiero que los conozcan. Eso  mismo que siento cuando acerco un libro a un lector, el placer de compartir.

El año pasado, por diversos motivos, este espacio fue más esporádico de lo que hubiera querido. Espero poder continuarlo e ir sumándole nuevos entrevistados. Así que aprovecho esta nueva entrada del 2017 para  agradecer tanto a los que responden las preguntas, como a los que las leen.

Flor, nació en Huacho, Perú, y hasta hace poco estaba viviendo en Buenos Aires. Es narradora oral y animadora sociocultural. Miembro fundadora del Grupo Cuento y Mixtura con más de cinco años de trayectoria dedicada al desarrollo de diversas disciplinas y expresiones artísticas con mayor énfasis en la narración oral a través del Proyecto “Cuentos en Flor”, proyecto de investigación de la narración oral con enfoque terapéutico y de transformación social. 

Viaja por el mundo realizando diversas presentaciones de narración oral, teatro y títeres en centros culturales, instituciones, colegios, encuentros, festivales nacionales e internacionales, eventos institucionales, plazas y barrios a nivel nacional e internacional. 

 Si uno se detiene en su hoja de vida, (su curriculum, como diríamos por acá) es tan amplio que parecería que ha vivido ya varias vidas.

 Si tuviera que definirse,  los tres pilares en los que se construye y sostiene su trabajo son: la educación (carrera en la que se formó y especializó en Perú), la psicología (en la que se viene especializando hace años) y el arte (en el que ha incursionado hace tiempo atrás, como nos cuenta, y sigue en proceso de formación constante),  siendo los cuentos,  donde siente que todo confluye de manera plena.

 Es bellísimo escucharla contar ...acá nos dice como empezó en el arte de hacerlo...

"Empecé contando de manera 'causal'. A los 20 años comencé a trabajar en una ONG como responsable del área de capacitación y tenía que hacer el proceso de formación con mujeres del comercio informal (vendedoras de la calle, que en Perú se les dice 'ambulantes', trabajadoras a destajo, mujeres que cosen y bordan para industrias de ropa por un pago ínfimo y les pagan por prenda, así como para empleadas del hogar) La mayoría de ellas con primaria inconclusa e incluso algunas que no sabían leer ni escribir y para poder trabajar con ellas de manera intuitiva fui dándome cuenta que los cuentos, las historias donde explicáramos los temas, resultaba más fácil trabajar con ellas, porque a ellas lo que les sobraban eran historias".

A Flor, la conocí el año pasado en el Encuentro de Narradores que se organiza cada año, en ocasión de la Feria Internacional del libro de Buenos Aires. Nos conquistó como público al narrarnos Niña Bonita el cuento de Ana María Machado. Continuamos en contacto a través del facebook, hasta que nos volvimos a juntar con la excusa de unos pajaritos cantores, y fue en esa sabrosa charla en donde se gestó esta entrevista.

Quien la ve piensa en esa Niña Bonita, del cuento de Machado, con su cuerpo menudo, su entrega, y su alegría permanente. Sin embargo, basta sentarse a conversar para sorprenderse con una hondura y madurez, que nada tiene que ver con su juventud.

Esta imagen, trepando a un árbol en Uruguay para ver la tumba de Mario Benedetti, que acabo de pescar en su facebook, creo que la representa muy bien. Como ella misma dice...rendirse nunca, detenerse jamás...
 



Allá va entonces, a girar por el mundo llevando su magia. 

Poseedora de una energía que ilumina, sin encandilar, estoy convencida de que su trabajo con personas que están transitando una enfermedad, en algunos casos, a la que no van a sobrevivir, es tan necesaro. Estuvo en Buenos Aires, cursando en la UNA (Universidad Nacional de las Artes) la Especialización en Arte Terapia. Como parte de ello realizó talleres con los pacientes oncológicos, adultos, en el Hospital Ángel Roffo, de nuestra ciudad. Los cuentos no curan, pero somos varios los que estamos convencidos de su poder sanador, de que pueden sino prolongar, mejorar la vida. Ahora Flor, vuelve a alzar vuelo, y andará por Uruguay, para luego volver a su Perú natal para hacer lo mismo, esta vez con niños. Ya por mayo, mes de de su cumpleaños, emprenderá rumbo al viejo continente cargada de historias, y con ganas de seguir aprendiendo y compartiendo.


 Una persona inquieta, que en cada lugar que pisa, deja su huella.

Ha sido un verdadero placer leerla porque aparte de contar como nació su amor por los libros y las lecturas, nos cuenta un poco de la historia de su propia familia y esa herencia cultural tan rica de su país, de su cultura, está presente en su relato...

No dejen de seguirla, regresará quizás a mediados de año, y podremos verla seguro en algún escenario. O dictando algún taller sobre su experiencia.





¡Gracias Flor!


Y gracias a los lectores que me esperan y me acompañan a leer el mundo...


Hasta la próxima


¿Qué recuerdos tienes de tu inicio lector? ¿Qué libro, relato, historia de la infancia recuerdas especialmente?


Sería mentir que me leían cuentos antes de dormir. No tengo ningún recuerdo de mis padres con un libro de cuentos sentados al lado de mi cama. Los recuerdos que tengo de mi inicio lector es a mi madre cantándome y contándome quien le cantaba esa canción. Mi mamá desde siempre tenía una voz mágica que lo inundaba todo así que escucharla cantar, era leer con los oídos. Y a mi padre si recuerdo leyéndome, pero no libros de cuentos sino más bien poemas que a él le encantaban. Era como una especie de tradición que luego de leerlo daba un espacio al silencio para preguntar ¿Qué sentiste? En lugar de ¿Qué entendiste? Pues para él la poesía y la mejor literatura se siente. Recuerdo que entre mis favoritos estaba “La niña de la lámpara azul” y “Sonatina”. Hasta ahora si los escucho o leo se me acelera el corazón.

Los relatos de infancia que más recuerdo son los que me narraban mis abuelos ya que cada año desde inicios de enero a mediados de marzo me mandaban a Huancayo a pasar las vacaciones de verano con ellos. Eran cuentos de tradición oral de esas que se cuentan de boca en boca y que van explicando la existencia de las cosas, el por qué las personas se comportan o viven de tal o cual forma.

Mi abuelo tenía una maestría para narrarlos de tal forma que podías ver una película infinita de imágenes y soñar con todo lo narrado.


Durante mi infancia como mi papá notó que me gustaban mucho las historias sobre todo aquellas que te llevaban al mundo y cosmovisión andina me regaló un libro de Mitos, Cuentos y Leyendas de José María Arguedas, quien para mi es uno de los mejores escritores peruanos. La edición que me regaló es una edición antigua en la que aparecen los textos en quechua y español, lo cual me encantaba porque me hacía creer que leía en dos idiomas desde chica. Hasta ahora tengo ese libro, ya amarillo por el tiempo y cada cierto tiempo lo vuelvo a releer.

También recuerdo que un día se apareció con una edición antigua de Las mil y una noches. Que a simple vista para mí era imposible leerlo por la cantidad de hojas que tenía por lo cual le rechacé el regalo diciendo que no lo acabaría por ser muy grueso. “Es más grueso que la biblia” le dije. A lo que él insistió que eran cuentos cortos y que solo lea el primero. Que el resto no lo lea. Terminé leyendo todo el libro y dejándome seducir por el final de cada cuento que se convertía en el inicio del siguiente y siendo cómplice de Sherezade en su lucha por vivir.

¿Quién o quienes te acercaron los primeros libros, o las primeras historias en tu niñez? ¿Cómo llegaste a ellas?

¡Uy!,¡me parece que lo contesté en la pregunta anterior!.Pero igual me falta sumar a dos personas más que hicieron posible que pueda leer y acceder a mis primeros libros.

Una es mi maestra de primer grado, Sarita Rivera quien me dio un gran regalo de vida. El poder de leer y escribir para lo cual yo sentía en primer grado que era medio lenta. Ella se tomaba todo el tiempo y paciencia de enseñarme como jugando cada letra e incluso durante las tardes iba a su casa para poder repasar las clases. Cuando vio que empecé a mejorar me regaló mi primer lapicero, lo que acá sería birome. Me dijo que solo los niños grandes usaban lapicero pero que me lo regalaba porque había aprendido a leer y escribir. Y mi primer libro de escuela fue el libro Coquito que era el libro por excelencia para aprender y escribir.


Y la segunda persona que hizo posible junto a mi papá que hubiera una biblioteca nutrida fue Jorge, mi hermano mayor. Él era un apasionado por la lectura, siempre lo encontraba leyendo, y cosas diversas. Cada vez que recibía propinas las guardaba y en lugar de comprarse dulces como yo lo hacía, juntaba su dinero y luego llegaba cargado de libros. Casi siempre ediciones antiguas de pasta dura que sin darse cuenta llegaron a llenar las paredes de canto a canto de la biblioteca y de las cuales pude aprovechar una vez que fui descubriendo el gusto por leer. Además si le preguntabas por algún autor o libro tenía la información precisa como para ir corriendo a buscar el libro del que te hablaba.

¿En qué lugar de tu infancia te recuerdas leyendo? Si tuvieras que describirme una imagen tuya en tus inicios lectores ¿cuál sería?.

En casa teníamos dos jardines muy grandes. Uno para la parte exterior de la casa donde incluso teníamos una planta grande de plátanos y una ponciana que daba una sombra maravillosa pero dejando pasar la luz justa. Ese era uno de mis lugares favoritos para leer. El otro era en una banquita colocada en el jardín interno donde no sólo leía sino que cantaba creyéndome alguna famosa o diciendo en voz alta algunos textos pronunciados de los personajes e imaginando como hablarían y actuarían al decirlo.

Hoy en día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tienes algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de comenzar a leer, o al escoger un libro?

Hoy en día me gusta leer mucho en los sofás camas, que se prestan como para cambiar de posiciones del cuerpo y porque normalmente están ubicados en las salas que son los espacios más iluminados de la casa. Es casi imposible que lea sentada en una silla y con el libro colocado sobre la mesa. También debo reconocer que cada vez que haré un viaje largo o trámites que llevan horas de cola voy con un libro bajo el brazo de tal forma de no sentir la espera.

Puede ser una vanalidad pero al escoger un libro siempre me fijo mucho en la tapa y contratapa. Me desagradan los títulos de libros super largos y si son “cuentos para niños” (nótese las comillas) me fijo mucho en las ilustraciones. Me gusta que transmitan una potencia basada en la sencillez. Asimismo tengo la tonta costumbre de leer el primer párrafo del libro, y alguna hoja del interior al azar. Si lo que leo no me atrapa o no me da el impulso de leer más lo dejo.


Cada cierto tiempo también me dejo influenciar por alguna recomendación o gusto ajeno de alguien buscando libros que me hayan referenciado. En cada viaje también busco traer por lo menos un libro de algún autor del país que visito.


Si tuvieras que elegir una palabra (pueden ser dos, o más) para describir lo que significa un libro para vos ¿cuál o cuáles serían?

Un viaje de ida sin retorno.

Si tuvieras que decir lo que significa para vos la lectura en pocas palabras, ¿cuáles serían?

Pasión agridulce

¿Qué estás leyendo en el momento en que te ha llegado esta entrevista? O ¿qué estás buscando leer?

El bobo del Pueblo y otras incorrecciones de Leo Masliah que me lo acaban de regalar.


El libro ¿Quién soy? Relatos sobre identidad, nietos y reencuentros que ya lo leí pero cuando me lo prestaron y hace dos semanas me compré el mio y quiero volver a releer.



Como voy rumbo a Uruguay quiero buscar libros de Juceca y releer Benedetti y Galeano. También cometer la locura de buscar a Leo Masliah y a José Mujica porque sería una linda forma de no solo leer libros sino de leer la vida.

Y todo esto en buena compañía.



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