domingo, 15 de mayo de 2016

Taller de Poesía en la Escuela. Parte II



Nadando en la poesía (como pez en el agua)



Una semana después nos encontramos con los chicos de quinto de la escuela Manuel Dorrego, para la segunda parte del Taller de Poesía

La primera parte la narramos aquí

Camino a la biblioteca me encontré con algunos por el camino, por suerte, me reconocieron. Enseguida empezaron a contarme:

                       - "Pato, traje la tarea" 

                                                            o

                        - "Pato, mi mamá se olvidó de hacer la tarea"

 (Justamente me había encontrado con su mamá afuera, y me había dicho que la tarea quedó pegada en la puerta de la la heladera)

Los chicos son muy exigentes al respecto.






"Bienvenidos los poetas", decía el cartel que había preparado para la ocasión. Sobre una mesa aguardaban otra vez los libros de poesía, y entre ellos, el de Jorge Luján e Isol, "Pantuflas de Perrito" que serviría de disparador para lanzarnos de lleno a escribir poesía. También había traido dos susurradores tal como les había prometido.

La vez anterior los chicos se habían llevado una hoja pegada en la carpeta con esta introducción:



"Nos formamos en la poesía aún antes de nacer. En las nanas que nos arrullan,  encontramos poesía que nos acompaña desde  la primera infancia, aún antes de conocer el significado de las palabras. Crecemos con ella, en las  canciones,  rondas, adivinanzas, juegos de palabras,  que disfrutamos primero en casa,  luego en el jardín y en la escuela. Al crecer, muchas veces, la poesía nos enamora y nos sirve para enamorar, o nos acompaña en canciones que quedan grabadas para siempre en algún rincón de nuestra memoria.

Es por eso que les pedimos su ayuda, haremos un rescate de poesía, y un recorrido por las rimas de ayer y hoy junto con los chicos. Les preguntamos:  ¿Qué poesía recuerdan? ¿Qué versos les vienen a la memoria?

Puede ser reciente, o no, puede ser de algún autor que hayan leído en algún momento y quizás les hayan pedido memorizar, pero también  puede ser de  la tradición oral, aquella que escuchaban repetir a sus padres o abuelos y les quedó grabada junto con los juegos de la infancia. Les pedimos a los chicos que anoten esos versos, pocos o muchos, y los traigan a la escuela para compartirlos.

¡Muchas gracias!

El germen de esto es fue mi necesidad de que las actividades salgan de la escuela y resuenen en sus casas. 

Que los padres, abuelos, familiares, de algún modo sean partícipes. Algo que se logra si nos lo proponemos.

Estas son algunas de las hojas de carpeta que volvieron colmadas de poesía.








Había fragmentos de poesías de Mario Benedetti, o de María Elena Walsh. Y también...el "Arroz con leche" o "Ángel de la guarda". Todos estaban muy entusiasmados por leer las suyas.


Pasé por cada mesa, en cada una sobresalían manos entusiastas, que querían compartir sus poesías.

Fue muy lindo escucharlos, poner la voz a las poesías familiares

Pero teníamos que seguir...aproveché la última de las poesías, el "Arroz con leche" para hacer un alto y cantarles "Estas son las mañanitas" con el libro de Carlos Pelicer López de FCE.





Luego, les dije que pondríamos manos a la obra. Que serían los protagonistas, y que para eso les iba a contar la historia del libro "Pantuflas de Perrito".






Juntos recorrimos el libro (que justo tenía bellamente dedicado por Isol, porque la había visto ese fin de semana en la feria ). 

Observamos con atención la tapa y la contratapa, hablamos de ella. Les causó sorpresa que les leyera que había chicos de Argentina, y México que le habían enviado sus poesías a Jorge.

Rieron con algunas de las poesías, lo recorrimos completo, hicieron sus preguntas y después llegó el momento de escribir. 

Podían elegir el tema de su preferencia, podría ser sobre sus mascotas (como el libro), o sobre lo que quisieran...

Algunos se entusiasmaron en seguida, otros, refunfuñaron

- No entiendo que hay que hacer.

- No se me ocurre nada.

Con ayuda de las maestras y la bibliotecaria, siempre al auxilio, volvimos a explicarlo.

Algunos sintieron que no podían, intentamos sacarles presión, diciéndoles que si lo preferían podían dedicarse  a leer poesía. Varios se abalanzaron sobre los libros. Sin embargo, al final de la clase se terminaron animando.


Algunos  comenzaron solos, otros en pequeños grupos. Al rato todas las mesas tenían manos dibujando poesías sobre las hojas de carpeta. 

Algunos me decían: 

- Puedo escribir dos...

En donde la inspiración no aparecía nos pusimos a hablar de los temas de su preferencia. Apareció el futbol, la play, la tablet, y también el amor.


Un grupo de chicas que al principio no se animaba a arrancar (por eso les dije que podían hacerlo juntas) escribió:

La paloma

Había una paloma punto y coma,
que vivía en Venus  punto y aparte
Que se cayó al río punto y seguido
pobre animal se va a matar 

(K Y, K G y G)


Hubo algunos que realmente se sintieron inspirados, y desde el primer momento fueron muy exigentes consigo mismos

L por ejemplo, que me llamó para que la ayudara, porque estaba trabada con el final de su poesía, y al final logró resolverla, y se dio tiempo para hacer dos....





Mi poesía

Yo quiero una poesía que sea larga
y que sea corta,
que no sea fea,
que no sea linda,
que sea nena,
que sea barón,
que tenga un vestido,
y un pantalón.

El futbol, hizo su aparición:

Boca no es un club cualquiera tiene pacion, azul y oro siempre estaran en mi corazón
JMG (sic)

Junto con la tecnología:


Mi compu y yo
nos parecemos en todo
menos en los pies,
las manos,
el cuerpo,
la cabeza,
en la ropa
y que cuando me 
piden que busque 
los resultados no aparecen 

(Con una clara inspiración de Ser y Parecer de Jorge Luján llegó la poesía de LMR)

Otro momento de entusiasmo. N, hizo una poesía que divirtió a todo el mundo,  estaba muy orgulloso de eso, y además se animó a ilustrarla

Mi pescadito

Mi pescadito
estaba gordito
y no quiso irse
por el inodorito

Lo encerramos
en plastiquito
y lo tiramos
por el tachito

Pobrecito
mi pescadito

NAR




Hubo varias a sus mascotas, que era el tema que usamos como disparador, por ejemplo G, se animó a una poesía de dos carillas (¡escribió dos hojas Seño!, me gritaban las otras chicas en su mesa). 

Les copio una parte....

Mi gatito

Mi gatito
Lindo es
con su gris en la noche
¡no lo veo!
pero en el día muy fuerte ilumina
mi gatito, mi gatito
es muy juguetón
cuando el sol cae
el me viene a buscar
pero cuando no me encuentra
se pone a maullar.
...
a mi gatito Fidel de G



Y otras más generales como esta...

Quiere

El elefante
quiere un diamante
El pato quiere,
un zapato
El león, quiere 
un peón
El perro, quiere
un sombrero
La serpiente, quiere
un postre vigilante
El tucán, quiere
un imán

M A

Hubo algunas resueltas con mucho humor, y con cierta crítica. Por ejemplo, D, escribió varias:

Lo peor de ir a la escuela,
primero me tengo que despertar
y luego viajar
¡quiero descansar! 


Creo que en los talleres que hice, con estudiantes que a veces conozco por primera vez, me sorprende los sentimientos que afloran con la poesía. 

Justamente estaba leyendo en estos días "Oficio de palabrera" de Laura Devetach y me encontré con esto, que le ocurrió a Laura también en una escuela;

" Los chicas y los varones fueron desenterrando tímidamente sus poemas secretos. Y los leimos y nos enteramos del sentimiento religioso de un morochito de pelo lacio y de un recuerdo de la chiquilina de trenzas y de las épicas montañas que un gordito quería cruzar como San Martín. Y del amor, y de la muerte del abuelo, y, y , y....
...A veces la escuela no tiene lugar para "tanto verso". Pero los versos están como el jacarandá en la vereda..." 





Estoy lejos de el

Estoy lejos de el
osea mi hermano (bueno hermanastro)
Porque yo no lo veo 
todos los días

Solo lo vi 3 veces y
el tiene 12 meses
Igual yo lo quiero en todos los meses
Porque me alegra todas las veces
Y aunque le vive en Cordova
Que esta muy lejos

Yo lo amo

Para mi hermano
B (sic)

                                   
                                  
 Odio de vos

Odio de vos tu sonrisa ganadora
tus ojos verde cielo y 
tu forma de mirar

Odio de vos como se mueve tu boca,
lo que siento si me rosas,
lo que dices al hablar.

Odio de vos que no te odio,
ni un poquito que me gustas y yo no puedo más
Por que creo que te amo más que nadie
Yo te amo no te odio

MP

O esta otra






Dile Tu
Es tu momento
Lo hiciste tu
El monumento
De la amistad
Puede estar bien
O puede estar mal
Pero un amigo
Siempre te va a ayudar
No se paga el presio 
Porque es la amistad
Tu tienes que pensar
Con un amigo confianza hay

Dice con una gran profundidad

(Copio lo más textualmente que puedo sus poesías,  para mí son perfectas. Les recuerdo que todo esto ocurrió en no más de 40 minutos) 


Al terminar leímos en voz alta algunas. Muchos querían compartir, muchos querían seguir escribiendo. 



Al finalizar nos tomamos un tiempo para una pequeña encuesta.

La mayoría marcó que la actividad les gustó, es más eligieron la opción ¡Quiero más! (que agrego siempre un poco en broma un poco en serio)

¿Lo que mas les gustó? 
Inventar sus poesías

Nos fuimos  en un estado poético, felices las maestras, la bibliotecaria, los poetas.

 Una de las maestras me contó unos días después que camino al aula seguían recitando poesías.

Es así, cuando nos toca, no resulta tan fácil salir de ella


(Mi gratitud a todos los que me permitieron compartir este momento) 




































martes, 3 de mayo de 2016

Nacer a la lectura y más...:Sergio Andricaín



"La lectura me ha ayudado en mi cabalgadura por la vida”


Sergio Andricaín (nacido en La Habana, Cuba) es escritor, periodista, crítico, investigador literario y editor. Se graduó en Sociología en la Universidad de La Habana y realizó estudios de postgrado en el Centro Latinoamericano de Demografía, con sede en Costa Rica. Fue investigador del Centro de Investigaciones Culturales Juan Marinello, del Ministerio de Cultura de Cuba.

En 1991, en Costa Rica, trabajó como asesor del programa nacional de lectura Un libro, un amigo, realizado por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, y como profesor del Taller Modular de Promoción de Lectura, proyecto desarrollado por la Oficina Subregional de Educación de la Unesco para Centroamérica y Panamá. Fue consultor de esta última institución en dos proyectos editoriales: la Colección Biblioteca del Promotor de Lectura y el libro Niños y niñas del maíz.

Entre 1994 y 1999 residió en Bogotá, Colombia. Allí trabajó como oficial de proyectos del Centro Latinoamericano para el Libro y la Lectura (Cerlalc) y como editor de la revista infantil de la Fundación Batuta. Miembro fundador de la asociación Taller de Talleres, laboró para esta institución.

Como periodista ha colaborado con revistas y periódicos de Cuba (La gaceta de Cuba, Revolución y Cultura, El caimán barbudo), Costa Rica (La Nación), Colombia (Hojas de lectura, Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil), España (Escuela y Biblioteca, Amigos del libro) y Estados Unidos (Newsweek en español, Buen Hogar, etcétera).

Actualmente vive en Miami, EE.UU, donde creó, con Antonio Orlando Rodríguez, la Fundación Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org), que desarrolla proyectos educativos y culturales, con énfasis en el fomento de la lectura.

Esta es la presentación que hace de él Wikipedia.  Lo que no se ve, es todo lo que quisiera poder mostrarles de él.



Sergio es para mí un querido amigo. Una persona cálida, como las aguas del mar Caribe. De una sensibilidad enorme, que escucha y aprende, al mismo tiempo que habla y enseña. 

Cuando lo conocí, hace varios años atrás, en Buenos Aires, en ocasión de las Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil, organizadas por Claudio Ledesma, me impresionó su conocimiento del mundo de la LIJ. La conferencia y el taller que dio en aquella ocasión, y todas las ponencias y charlas que le he escuchado, han sido producto de una profunda y extensa investigación, que expone con asombrosa claridad y sencillez, dejando sus conocimientos al alcance de todos. El contacto con él a través de las redes sociales me permitió seguir aprendiendo a la distancia. Sergio comparte la cultura que lo toca, los autores que lo atrapan, los libros y las películas que disfruta. En continuo movimiento, no deja de viajar cosechando amigos y sembrando afectos. Tanto en su blog personal, https://sergioandricain.wordpress.com/, como en el de la Fundación Cuatrogatos, hay mucho para descubrir y disfrutar. 


Algo que me sorprendió al principio es que es el único personaje público que conozco que se toma tiempo para responder todos los comentarios que se generan después de cada uno de sus post. Cada uno de sus seguidores o de sus amigos se lleva siempre una palabra personal. Un rasgo más de su calidad humana y calidez.

Autor de obras para niños como los cinco primeros libros de la colección La vuelta al mundo en cinco cuentos, de Libro secreto de los duendes, Hace muchísimo tiempo, La caja de las coplas y Un zoológico en casa; de las antologías Lero, lero, candelero, ¡Hola!, que me lleva la ola y El libro de Antón Pirulero, entre muchas más, recientemente ha publicado un libro que ansiamos conocer: Dragones en el cielo, bellamente ilustrado por Israel Barrón (editorial El Naranjo). Para el público adulto ha escrito, en colaboración con Antonio Orlando Rodríguez, Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema? (Editorial Magisterio, Colombia; Colección Relecturas de Lugar Editorial, Argentina, y a fines de 2016 aparecerá editado por la Colección Arcadia, Ediciones de la Universidad Castilla-La Mancha). También coordinó el proyecto de investigación La aventura de la palabra, coeditado por Cuatrogatos y Editorial SM.


Buscando fotos de Sergio, encontré esta en donde está junto a mi querida Lucía Liévano, en la presentación de su libro Alelé, alelé. Poesía para la primera infancia, una selección de textos poéticos que realizó junto a Antonio Orlando Rodríguez y que apareció bajo el sello de Panamericana Editorial, hermoso libro favorito de los pequeños que asisten al Taller Espantapájaros. Pueden leer en este sitio la entrevista que le hizo Lucía.


https://espantapajarostaller.wordpress.com/2013/09/06/andricain/




Si debo elegir alguno de sus libros para recomendarles, una tarea difícil, me quedo con estos tres:

 

El primero: ¡Hola!, que me lleva la ola. Rimas, juegos y versos, ilustrado por Ana María Londoño, de Santillana Editorial, que fue publicado hace poco en Argentina (la mayoría de sus libros no se consiguen aquí). Este volumen reúne poesía de autores conocidos y de otros que me encantó descubrir. El lector puede encontrar, en las páginas de este libro, poemas de Antonio Machado y Federico García Lorca junto a otros de nuestra querida María Elena Walsh y de Alfonsina Storni. También recopila rondas y rimas de la tradición oral, algunas que resuenan cotidianamente en nuestros oídos y otras que pude recuperar y que apenas recordaba como un eco lejano. Un libro recomendado para iniciar por los senderos de la poesía a los niños... y a los grandes.



En segundo lugar escojo una obra que aún no se ha presentado en Argentina y que muchos deseamos ver en las librerías de acá: La aventura de la palabra (con tapa y viñetas de Angela Lago). Tengo la suerte de poseer un ejemplar que me regaló su autor en nuestro encuentro del 2015 (lamentablemente no sé si nos visitará este año como lo hizo durante cinco años; esperemos que los vientos de fuego de sus dragones lo permitan). 
Para los enamorados de las palabras, como es mi caso, esta "aventura" es una provocación a la lectura. Reúne los testimonios de más de 90 escritores hispanohablantes sobre sus inicios en la lectura y la escritura. A través de sus páginas conocemos cuáles fueron los primeros libros que leyeron, de qué manera se dio su encuentro con la literatura, quién o quienes les leían, por qué se decidieron a escribir, cómo se hicieron cómplices de las palabras… Estas son algunas de las preguntas que se responden en este libro. Comparto con Sergio esa curiosidad por los inicios de las personas en su afición por la lectura y en el gusto por escribir, justamente la esencia de los testimonios compilados; es por eso que amé el libro en cuanto lo conocí. Algunos autores son, para mí, desconocidos, otros cercanos al corazón como María Teresa Andruetto, Yolanda Reyes, Paula Bombara, Marina Colasanti, Laura Devetach y varios más. 



Por último, no puedo dejar de mencionar este libro al que recurrí cuando comencé a planear el primer taller sobre el género allá por el 2014: Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema?, un detallado mapa para recorrer los caminos de la poesía.

Escrita en colaboración con Antonio Orlando Rodríguez, esta obra culmina con una pequeña e interesantísima “Antología de poesía latinoamericana”, la cual me permitió conocer a autores que a veces se nos escapan.
 

 Al final del libro se encuentra este párrafo que volví a releer en estas semanas cuando me pidieron, de nuevo, un taller de poesía en la escuela.

“ ‘¿Y qué hago con el poema?” Pues eso: propiciar que se convierta en parte de nuestra vida, permitir que su magia nos toque. ¡Eso es suficiente! A ninguna planta se le ocurriría preguntar, ante una amenaza de lluvia: ‘¿Y qué hago con el agua?’
Simplemente dejar que el líquido la acaricie, la alegre, la contagie con su vitalidad y su frescura; de lo demás se ocuparán, allá abajo de la tierra, las raíces...”
Espero que disfruten la entrevista tanto como yo. Leerla es como escuchar a Sergio hablar con esa voz serena, que parece acariciar y sonreír.

Los amigos de Tinkuy Radio le hicieron una entrevista el año pasado, les dejo el link, para que justamente puedan escucharlo
http://ar.ivoox.com/es/entrevista-a-sergio-andricain-tinkuy-sep-audios-mp3_rf_8723502_1.html



¡Gracias, Sergio, por estar siempre ahí! 

Gracias a todos y todas los que comparten conmigo esta pasión por sus comentarios y por su apoyo.

Hasta la próxima                                                                    
                                                                                
¿Qué recuerdos guardas de tus inicios como lector? ¿Qué libro, relato, historia de la infancia recuerdas especialmente?

Mis recuerdos de lector se remontan a cuando era muy pequeño. Veía leer a mi hermana Silvia y a mis primos Mercedes y Néstor, los tres mayores que yo, e intentaba imitarlos sentándome con un libro abierto en las manos, tratando de imaginar la historia a partir de las ilustraciones. Entonces les pedí a mis padres, más bien les exigí, que me inscribieran en la escuela… y me admitieron, aunque no tenía la edad requerida. Lo que más me atraía de la institución escolar era que allí enseñaban a leer y a escribir, y yo quería adueñarme de la palabra escrita, aprender a descifrarla. Por supuesto, en mi cabeza infantil esas ideas eran vagas, puras intuiciones… Presentía que los libros contenían mundos infinitos, que la lectura era el pasaporte para llegar y conocer esos territorios anhelados, y la escritura, una patente para crearlos. Recuerdo el viejo silabario con que me enseñaba mi madre en casa hasta que fui a la escuela. Luego llegaron a mis manos las adaptaciones de los cuentos de Charles Perrault, de los hermanos Grimm y de Hans Christian Andersen (algunas eran buenas; otras, mediocres o francamente malas), y muchos, muchísimos cómics. Poco a poco fueron apareciendo libros de mayor calidad: Había una vez, de Herminio Almendros y Ruth Robés; Oros viejos, de Almendros; Flor de leyendas, de Alejandro Casona; Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez; Corazón, de Edmundo de Amicis; Ivanhoe, de Walter Scott, Los quinientos millones de la Begún y La isla Misteriosa, de Julio Verne; Los cuentos de Shakespeare, de Charles y Mary Lamb… y también mejores ediciones de los clásicos infantiles en las versiones originales de sus autores. No puedo dejar fuera los primeros libros de lectura que incluían cuentos, fábulas y poemas; en sus páginas descubrí los romances españoles, esos que me siguen seduciendo con sus historias y su musicalidad.
Ahora bien, en mi infancia, el gran encuentro con un libro ocurrió cuando a través de mi abuelo materno leí, por primera vez, algunos de los textos de La Edad de Oro, de José Martí. Entonces se me reveló el poder seductor de las palabras, su capacidad de permitirnos interpelar al universo y formularle preguntas, la belleza deslumbrante del idioma.

¿Quién o quienes te acercaron los primeros libros o las primeras historias en tu niñez? ¿Cómo llegaste a ellas?

Mi madre fue la primera, porque ella me enseñó las primeras letras y siempre quiso que hubiera libros cerca de sus dos hijos. Hacía milagros para que entre las compras de la canasta familiar no faltara algún que otro libro. No procedo de una familia de intelectuales ni recuerdo a mis padres como grandes lectores en la etapa de mi infancia (después lo fueron); eso sí: ellos estaban convencidos de que la lectura traería grandes beneficios a la vida de mi hermana y a la mía e hicieron lo que estaba a su alcance para poner libros en nuestras manos. No heredé una biblioteca llena de volúmenes con obras de la literatura universal. Esa tarea me correspondió a mí, que fui armándola solo en la medida que recorría mi camino de lector.


¿En qué lugar de tu infancia te recuerdas leyendo? Si tuvieras que describirme una imagen tuya en tus inicios lectores, ¿cuál sería?

Desde muy temprano en la niñez me recuerdo, como ya antes conté, con un libro en las manos. Sus páginas me atraían como un imán a las limallas de hierro, como una flor tienta a la abeja, sabedora esta de que allí se encuentra el delicioso tesoro que busca. Leía siempre: en los recreos de la escuela, antes de dormir… Mientras mis primos y los vecinos de mi edad corrían y jugaban, yo optaba por leer; de vez en cuando los miraba… y volvía a mis libros. Me gustaba sentirme acompañado por los libros. Los cuidaba y los protegía porque ellos hacían lo mismo conmigo.
  
Hoy día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tienes algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de comenzar a leer o al escoger un libro?

No tengo un sitio para leer. Lo puedo hacer en el sofá de la sala o en la cama, iluminado por la lámpara que descansa en la mesa de noche. Eso sí, prefiero leer sentado. A veces, mientras leo, me gusta disfrutar de una copa de vino, o de una taza de café cubano o de té caliente.

Siempre el comienzo de un libro es difícil para mí, así ha sido desde que era niño. Adentrarme en sus páginas conlleva a establecer una relación con los personajes y los espacios por donde ellos se mueven. Necesito estar concentrado en ese momento para penetrar en ese universo de ficción concebido por el autor, para imaginar a los protagonistas, para integrarme al paisaje descrito e involucrarme con la historia. O para sentir las emociones que despierta en mí un poema, o las imágenes y sensaciones que unos versos me provocan. Me gusta leer de un tirón: empezar y llegar al final sin interrupciones. Eso es lo que más disfruto… y lo que es casi imposible hacer.

Si tuvieras que elegir una palabra (pueden ser dos o más) para describir lo que significa un libro para vos, ¿cuál o cuáles serían?

Esas palabras serían conocimiento (del mundo y de mí mismo) y libertad. Agregaría felicidad. He sido muy feliz leyendo.
 
Si tuvieras que decir lo que significa para vos la lectura en pocas palabras, ¿cuáles serían?

La lectura me ha ayudado en mi cabalgadura por la vida. Me ha señalado caminos a seguir, me revelado ciertos aspectos de la naturaleza humana, me ha permitido acercarme a mi propio ser. Ha curado heridas y provocado alegrías. En fin, la lectura ha contribuido decisivamente a que yo sea la persona que soy.

¿Qué estás leyendo en el momento en que te ha llegado esta entrevista? ¿O qué estás buscando leer?

Acabo de terminar Pablo y Virginia, de Bernardino de Saint-Pierre, una vieja deuda con la literatura romántica francesa del siglo XIX.



La princesa manca, de Gustavo Martín Garzo, una novela deliciosa, escrita a la vieja usanza por un maestro de hoy.





En este momento estoy leyendo Lejos del planeta silencioso, C.S. Lewis, y están a la espera Los chicos del tren y Los buscadores de tesoros, de Edith Nesbit.